jueves, 22 de noviembre de 2012

"El ladrón de palabras". Un film dramático que no emociona.


 En estos viajes hacia los cines Renoir de Majadahonda para ver en paz y harmonía una buena película, me topé con algunos títulos interesantes provenientes de filmografías como la francesa o la italiana que está en pleno despertar. Al final, cuando uno va con su pareja se lo juega al pito pito gorgorito entre dos de las películas que más nos apetecía ver. Y ganó la producción independiente americana “El ladrón de palabras” de Brian Klugman y Lee Sternthal. Protagonizada por Bradley Cooper y Zoe Saldana. Y con el sello de la siempre encomiable intervención de Jeremy Irons.
Antes de entrar a la sala ya se me hacía raro ir a ver a Bradley Cooper en una película dramática. Sobre todo después de verle en las diferentes versiones resacosas.
La historia viaja desde París a Nueva York por un original escrito a máquina perdido y que viaja desde la capital francesa hasta la ciudad americana. Dos historias de amor paralelas conducidas a través de las palabras robadas. El encuentro entre el autor original interpretado por Jeremy Irons y por el impostor Bradley Cooper o más bien su personaje llamado Rory Jansen.Y dejo de contar para no reventaros lo poco que da la historia.
Se trata de una película que producida por la cadena de televisión americana CBS, debería haberse quedado en la emisión televisiva. A mi parecer se trata de una película interpretada de manera correcta sin nadie sobresaliente y con una historia que intenta emocionar pero se queda a las puertas de poder identificarte con el protagonista y con su duelo creativo y emocional. La historia es muy bonita pero le falta sacrificio en los personajes para implicar al espectador y le sobra unos 10-15 minutos de metraje. Creo que el guionista quiere contar demasiadas historias dentro de la misma y eso hace que el espectador pierda el rumbo y la conexión dramática. Lo sorprendente es que se proyectó fuera de concurso en la pasada Semana de Cine de Valladolid. Y algo más sorprendente es ver a Dennis Quaid mas retocado que la Belén Esteban.
En definitiva, película que se deja ver con tranquilidad pero que la evolución dramática de los personajes se queda estancada en algún momento de la historia hasta el punto de que te das cuenta que deberías ir al baño o a por unas palomitas para amenizarlo. Algo así como ver las fotos del viaje de novios de algún amigo cansino. Que paisajes más bonitos pero hay algo que sobra. Sobran fotos o ver la playa de Santo Domingo con tu amigo posando más tieso que la mojama.

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