Últimamente, cuando acudo a una sala de cine alucino más. Tras unos trailer impactantes de los próximos estrenos que llegarán a las "mejores" salas, escucho como a siete butacas a mi derecha un sonido continuo y bastante molesto. Cuando me percato, se trata de un individuo que está quitando el papel de aluminio a un bocata de media barra de pan y se lo está zampando como si no hubiera un mañana. Había leído que en la localidad tejana de Austin, había salas donde también podías cenar. Aqui en España somos mucho mas pragmáticos y hemos inventado el "Cine tupper". Pero bueno, eso daría para otro artículo mas extenso.
Metiéndome en harina, el film de David O. Russell, premio del público en el pasado Festival de cine de Toronto y nominado a ocho Oscars se devanea entre la "dramedia" o comedia dramática. La película cuenta la historia de un enfermo bipolar llamado Pat (Bradley Cooper) que sale del manicomio para intentar rehacer su vida. En la búsqueda por recomponer su vida y volver a conquistar a su ex mujer, se cruza con Tiffany (Jennifer Lawrence) con ciertos problemas de comportamiento y que recientemente ha enviudado. Juegan también un papel importante en la vida de Pat, sus padres. Interpretados por Robert de Niro y Jacki Weaver.
El director hace fácil lo difícil. Sobre todo cuando se trata de poner en situación cómica momentos de la película que podrían ser mucho mas dramáticos. Se siente uno extraño cuando se ríe de ciertos fragmentos del film. Y eso es lo magistral que hace el director y sus actores. Se trata de una película que se ve sin demasiadas pretensiones. Con buenas y correctas interpretaciones y donde vemos a un Bradley Cooper con un registro diferente a su saga de resacones. No considero que haya interpretaciones magistrales pero si muy bien llevadas y sobre todo dirigidas. Película que estoy seguro que se hará fuerte en taquilla sobre todo por el boca-oreja.
La película trata de explicarnos la fragilidad del amor, de la cordura y ante los momentos de ansiedad y de locura debemos buscar el lado bueno de las cosas. Porque al fin y al cabo ¿quien de todos los que estábamos en la sala no le falta un tornillo o ha tenido momentos de locura o extravagancia? Y en este caso no me refiero sólo al del bocata de la media barra de pan.