Cuando uno decide ir a ver The
Possession como es mi caso, no es por comparar con la cantidad de películas que
existen sobre posesiones malignas de las diferentes religiones del planeta. Es
simplemente porque alguien te necesita en la butaca de al lado para estrujarte
el brazo y los huesos de la mano en cada susto. Así que podría medir la
cantidad de arrebatos fantasmales por cada uno de los moratones que presenta
uno de mis brazos.
Y ya metidos en harina, el film
de Ole Bornedal está lleno de tópicos de las películas de posesiones
infernales. Objeto endemoniado que nunca tendría que haberse abierto, niña
pálida y dulce hasta que empieza a escupir babas, poner los ojos en blanco y
hablar con una voz gutural más profunda que la de Constantino Romero y
sacerdote o rabino en este caso para ayudarles en tal circunstancia.
La obsesión por Bornedal de
enseñarnos los depósitos de cadáveres comenzó con su andadura europea en el
film “El vigilante nocturno” y continúa en su viaje americano. Consigue
asustarnos en algunos casos y en otros dejarnos sordos con la subida del audio dándonos
a entender que fuera a suceder algo de inmediato. Un recurso demasiado
utilizado y que denota la falta de originalidad.
El reparto de caras más o menos
conocidas como en el caso de Jeffre Dean Morgan también visto como amante
irlandés de Hillary Swank en Postdata:
Te quiero y Kyra Sedgwick vista en films de los años 90 como “Phenomenon” “Algo
de qué hablar” u “Homicidio en primer grado”. Destacar el trabajo de Natasha
Calis en el papel de Emily como niña poseída en algunos momentos del metraje.
Aunque también habría que destacar otros momentos más flojos que yo achacaría a
la dirección actoral. Por otro lado, curioso volver a ver al actor Grant Show
que todos recordaremos como el motero guaperas y macarra de la mítica serie “Melrose
Place”, reconvertido a novio ideal del personaje de Kyra Sedgwick.
En conclusión, una película llena
de tópicos de las producciones luciferianas. Pero que para pasar un rato con el
estómago revuelto, con soplos en el corazón y con la risita nerviosa porque se
te ha aflojado el esfínter… no está mal. No recomendada para personas que toman
los mismos yogures que Carmen Machi, por razones obvias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario